Ay, alba,
la caída de tu hoja me acompaña
en la trinchera de mi despertar.
Las palabras que penden del silencio
al igual que el vacío de mi decir
abriga el ramaje.
Ay, alba,
¿cuándo volveran a lucir, de tus brazos,
la mora del moral sin zarzas,
con sus trajes, blanco, rojo y negro,
que endulzan los trinos
del amanecer?
Ay, alba,
es heladora la época invernal
y su desnudez.