Nunca he tenido psoriasis. Y no he notado mi piel con manchas.
Pero me enamoré de una persona que si tenía psoriasis. Y me enamoré de él con todo lo que él era: por dentro y por fuera. Eso incluye su piel. Porque sí, porque también me enamoré de su piel llena de marcas de lucha. Y las besé todas. Y aunque no habité en su piel, no había cuerpo que me otorgara más protección que el suyo. Su piel era mi hogar.
Él era un mundo aparte. Tenía sus propias subidas y bajadas de marea: podía levantarse siendo la persona más feliz del mundo o como si el mundo se le estuviera cayendo encima.
También tenía montañas, grandes y pequeñas, en forma de pecas o lunares. Marcas de caídas. Morados. Senderos de pelo que no le gustaban aunque no tenía demasiado. Una mano más grande que la otra. Dos pequeños acantilados dónde yo caía constantemente de color marrón intenso. Y una boca más besable que las fresas con chocolate –cosa que le volvía loco-.
Él era mi míster sonrisa de 2013, 2014, 2015 y del 5674. Conseguía más fortuna que el ratoncito Pérez enseñando su sonrisa: conseguía hacer feliz a cualquiera. Porque si algo era su sonrisa, era contagiosa y tremendamente maravillosa. Cómo esas canciones que no tienen notas erróneas. Que son melodías que suenan bien en cualquier instrumento: porque el sonaba bien en cualquier momento.
Y tenía esa manera de ser tan peculiar. Ese humor guasón que era mi perdición.
Por no hablar de su corazón, que acogía a tantas personas que yo no entiendo cómo no le explotaba. Y a todas las cuidaba como a ninguna otra. Sin duda, el corazón más especial que me ha querido alguna vez. El lugar de dónde nunca querré salir.
Y también tenía manchas de psoriasis.
Y pese a tener todo eso, él solo se centraba en lo último. Algo tan mínimo en comparación a lo demás que a los ojos de la gente se volvía invisible. Y, sin embargo, para él era como un tatuaje marcado en carne viva en contra de su voluntad.
Si hoy estás leyendo esto, permíteme decirte que ese tatuaje es parte de ti. Y no por ese motivo es lo mejor o lo peor de ti. Simplemente es parte de lo que eres, y tal como eres me enamoré de ti. Porque la psoriasis nunca te definirá ni por dentro ni por fuera.
Porque eres pmaravilloso, con p de psoriasis.
Promete que no dejarás que una letra, le reste importancia a todo lo que eres.
Que no te vas a rendir.
Que una enfermedad no te va a definir.
Porque tú no eres sólo eso.
Eres la guinda de los pasteles del mejor cocinero, las noches de estrellas fugaces, los rayos de sol en una mañana nublada, la última croqueta del plato que todo el mundo quiere probar, el último gol que da la victoria más sabrosa, la flor que brota en medio del caos y la lluvia en medio de una sequía.
Eres un luchador y su resistencia.
Siempre lo serás.
Y serás el más perfecto hogar dónde alguien querrá ser abrazado. Porque si hay algo que tengo claro es que todas tus manchas albergan más amor que la piel más impoluta del mundo. Deja salir todo ese amor y nunca te avergüences. Porque entonces te avergonzarías de haberme enamorado. De ser tan especial como para convertir toda mi cordura en locura.
Te voy a querer así, sin excusas ni peros. Como eres y en todos tus buenos y malos momentos.