Copio y pego entrada del blog de la doctora María José Alonso, que hoy he tenido la oportunidad de leer. Esta dermatóloga, a la que he tenido ya oportunidad de conocer personalmente, trabaja en Almería. Gracias por esta entrada, cuyo título es «El otro punto de vista». Antonio Manfredi.
Como médicos, vemos pacientes, escuchamos sus historias y las llevamos durante tiempo en nuestros pensamientos. Lo hacemos, queramos o no. Pero la verdad es que no importa cuánto nos preocupemos por ellos, siempre regresamos a casa y seguimos con nuestras vidas.
Nuestros pacientes, recogen sus cosas, sus problemas y vuelven a vivir las suyas hasta la siguiente visita. Nos pasa a diario, hablamos con ellos, les damos consejos y gran cantidad de directrices sobre lo que deben hacer y lo que tienen que evitar. En una ocasión un chico joven al que estaba empezando a ver por un brote de psoriasis extenso y que acababa de recobrarse de una cetoacidosis diabética, me planteó una situación que me dio en qué pensar.
Me preguntó si yo creía que el tener psoriasis y diabetes iba a dar al traste con su estilo de vida. A él le gustaba hacer deporte y salir en bicicleta con amigos, en rutas más o menos largas. Formaba parte de un grupo y gran parte de su vida giraba entorno a él. Ese día venía mal, tenía muchas placas. Algunas le provocaban grietas dolorosas en los pliegues y otras le despegaban las uñas de las manos. Su cabeza estaba cubierta por una intensa y molesta descamación.
Iba a necesitar algo más que cremas para tratarlo. Había que hacer análisis y estudios para comprobar si podía recibir tratamiento sistémico y estaba además el asunto de su diabetes. Para mí, como médico, era un paciente complicado. – ¿Sabes qué? Le dije. -Algunas enfermedades pueden llegar a ser unas verdaderas aguafiestas, aunque no tienen porqué ser un impedimento. Me gustaría poder decirte algo alentador, pero la verdad es que vas a tener que hacer grandes ajustes en tu vida.
Con el tiempo, formarán parte de tu rutina y dejarán de ser un obstáculo. – Pues, no me vendría mal alguna palabra de ánimo, después de recibir tanta información y consejos sobre como actuar con mi diabetes y con mi psoriasis. Me han jodido el plan. Después de decir esto sonrió y su risa fue contagiosa para mi. Aquella visita me dejó pensativa y me gusta que me hagan pensar.
Me estaba enseñando algo en lo que, a veces, no reparamos. Me había hecho ver el otro lado. Lo que pasa cuando acaba la consulta y el paciente es sólo un largo informe escrito y firmado sobre la mesa. La dura realidad que cada uno se lleva a su casa.
Lo dicho. Gracias, doctora.
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Emotivo, nunca pensé que un doctor tuviese la sensibilidad de ponerse en el lugar del paciente. Es por tanto muy bonito y ójala la empatía con el paciente empiece a ser algo más habitual. A veces la vida nos ofrece pequeños detalles para sonreir.Gracias.