Toda una vida

Mi primer recuerdo es de mi madre mirándome y poniendo tiritas en una herida sin sangre… Mis trece años llenos de complejos por mis piernas y brazos, mis peregrinaje por médicos y «meigas» y la sensación de que era un castigo no merecido. Mi primer amor, la vergüenza de contárselo y la sorpresa al decirme que su hermana estaba igual… una pequeña luz gracias a ella. Pasan los años, el trabajo de cara al público, las miradas de asco, las de pena… todo fue pasando.

Hoy, las miradas tienen mi respuesta: enseñar al que no sabe y seguir siempre hacía adelante, mi cruz, mi compañera… la psoriasis.

One thought on “Toda una vida

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *