Brote en el hielo

El invierno seco y frío había dejado una fina manta de hielo depositada en el suelo. Ya duraba demasiado y la tierra parecía haberse rendido a su implacable destrucción.

De pronto, se oyó un leve crujido. Tan suave, que si no llega a ser porque estaba tumbada, no lo hubiera sentido.

Silvia, exhausta, había dejado la senda de árboles desordenados para llenarse los pulmones de la bocanada de aire frío que le ofrecía aquel amplio llano junto al bosque.

Primero miró al horizonte, intentando averiguar dónde se encontraba. Después decidió que le daba igual y se sentó en el suelo helado. Luego se tumbó, esperando que aquellos débiles rayos de sol calentaran sus sentimientos y la adormecieran.

Torció la cabeza hacia el lugar de donde provino el breve “crack”. No vio nada. Entonces volvió a cerrar los ojos y sus pensamientos caóticos la acosaron de nuevo, como venían haciendo desde hacía meses, sin dejarla descansar.

Volvió a oír un ruido y ahora estaba segura de que algo había crujido junto a su cabeza.

Se incorporó apoyándose en su codo y fijó su atención en la nada.

Le pareció que por un segundo su cabeza había parado de trabajar y se sintió más tranquila.

Entonces observó cómo sobre la capa helada había aparecido una diminuta grieta en forma de estrella. Curiosa, rascó el lugar y saltaron dos pequeñas escamas que se fundieron de inmediato entre sus dedos. Metió con cautela el índice y tiró del borde para hacer más amplio el hueco. Luego se limpió la tierra que se había quedado depositada en el interior de su uña y volvió a mirar con asombro.

Una débil línea verde contrastaba con el blanco impoluto y el marrón tierra. Se acercó aún más para comprender qué era aquello y, con sumo cuidado, separó el barro que la protegía. Entonces vio que se trataba de un brote que luchaba por salir de su angustiosa y oscura prisión invernal intentando mirar hacia el cielo para vivir.

A Silvia se le iluminó una sonrisa, divertida por aquella casualidad que había hecho que justo ella pudiera servir de ayuda para cumplir aquellas intenciones primaverales. Se sintió tranquila y feliz por un segundo, que abrazó con fuerza como si fuera el último. Respiró hondo y, en un susurro, le dio las gracias a la naturaleza por no desfallecer en ese intento año tras año.

Acarició el brote con ternura, se levantó despacio, se sacudió su abrigo y siguió su camino.

One thought on “Brote en el hielo

  1. Hola. Yo comencé con la gran tortura de mi enfermedad de psoriasis con costras en la cabeza. Me picaba mucho. Tenía por toda la cabeza como escamas blancas. Fui al dermatólogo, me enviaron pomadas y champús que no me servían para nada. Luego se me esparció por todo mi cuerpo, era horroroso, cada vez peor. Tenía todo mi cuerpo con cortezas blancas, la piel superinflamada, los picores eran irresistibles, de tal manera que llegaba a rascarme con un cuchillo de cocina sin sierra y me hacía sangre, de tal manera que se me pegaba la topa a mi piel y lloraba como una niña pequeña, no podía ni acostarme en la cama, me molestaba la ropa interior. Sobretodo por las noches era cuando peor estaba moralmente, estaba por los suelos, no podía verme a un espejo, mi marido era muy escrupuloso y siempre me reñía cuando iba al baño y se me olvidaba limpiarlo, eso todavía me hacía sentir peor, no podía ir a la playa ni piscina, los dermatólogos probaron de todo y yo seguía cada día peor hasta que me cansé y dejé de acudir a mis citas con los médicos. Así pasaron tres años, hasta que ya no pude más y fui otra vez al dermatólogo. Cuando me vio, se echó las manos a la cabeza, tenía una psoriasis muy alta, de tal manera que querían dejarme ingresada en el hospital. Consultó con otros dermatólogos para aver qué decidían y me hicieron una biopsia para descartar cosas y ver qué tratamiento era el más adecuado para mi. Pasaron dos semanas para ver el resultado y después de hacerme analíticas, me mandaron un biológico que me inyectan cada tres meses. Cada vez que iba me tomaban una fotografía para ver mis avances y la verdad es que desde que llevo este tratamiento me ha desaparecido la psoriasis. Sé que es un tratamiento muy pesado y cuando me lo pinchan en la barriga, esa semana lo paso mal, pero no me importa, no quiero volver a pasar otra vez por esa pesadilla, no lo soportaría… Me dicen que se lo diga a mi dermatólogo, pero yo tengo miedo de que me lo quite y empezar con otro que no me haga el mismo efecto. A mi me lo dan de cada cuatro meses y ahora puedo vivir conforme yo estaba. No era vida.
    Yo recomiendo que se pongan en manos de profesionales y, si tienen una psoriasis muy avanzada, pregúnteles por los biológicos, son tratamientos muy costosos, pero en España entra en la Seguridad Social.
    Espero que os haya servido de ayuda y pienso que los enfermos con este problema tendríamos que tener más apoyos y dar a conocer esta enfermedad, que no es contagiosa y pido a los familiares que nos den su apoyo en todo momento.

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